¿Qué sucede con los bancos en Estados Unidos?
Seguramente habrás escuchado o leído en las noticias acerca de la reciente “turbulencia” bancaria en Estados Unidos y Suiza, por la cual hasta el momento en que escribimos este post han tenido que ser intervenidos por las autoridades 2 bancos californianos (Silicon Valley Bank -SVB- y Silvergate Bank) así como el Neoyorquino Signature Bank.

Esta situación también tuvo eco en Europa ya que el pasado domingo 18 de marzo se anunció que el mayor banco de Suiza UBS (Unión de Bancos Suizos) estaba cercano a concretar la compra de su competidor Credit Suisse, 2º banco más grande de Suiza con 167 años de existencia. La noticia fue confirmada el lunes 19 de marzo por una operación total de $3,200 millones de dólares.
Espera, espera, antes de que corras al banco para sacar tu dinero, primero permítenos explicarte la razón detrás de estos eventos puesto que si un banco colapsa no significa que todos lo harán.
Empecemos por el servicio que ofrecen estas instituciones que básicamente es recibir depósitos de dinero de aquellas personas que tienen excedentes aunque sea temporales (proceso denominado “captación”) para posteriormente prestárselos a quienes lo necesiten en forma de créditos (conocido en el medio como “colocación”). Desde luego por esta intermediación el banco cobra una tasa de interés a quienes les presta (tasa conocida como “activa”) y paga un rendimiento menor a quienes depositan su dinero (tasa conocida como “pasiva”).
Del diferencial entre las tasas activas y pasivas, los bancos obtienen gran parte de sus ingresos los cuales utilizan, entre otras cosas, para cubrir costos de operación, pagar a sus colaboradores, recuperar los faltantes de cobros de préstamos que puedan presentarse y repartir dividendos a sus dueños si es que queda dinero.
Por supuesto que, para esta actividad existe una regulación sumamente intensa y no es para menos, pues el dinero que reciben y posteriormente prestan, no es de los bancos, es de sus depositantes y deben responder por estos recursos. Analicemos este hecho un poco más de cerca: imagina que tienes $100,000 y no los quieres guardar bajo el colchón, por ello acudes al banco a sacar una cuenta y te entregan una tarjeta de débito para que puedas disponer de tu dinero cuando lo necesites.
En cuanto dejas la sucursal el banco va a reservar una cantidad pequeña, digamos el 1% o $1,000, de ese dinero, enseguida le presta a alguien $50,000 en forma de tarjeta de crédito y los restantes $49,000 los resguarda en instrumentos financieros que la misma institución considera seguros para invertir, como bonos del gobierno federal.
Esta sencilla operación se repite una y otra vez con distintos clientes, mientras más veces suceda, mejor para el banco porque le asegura un flujo constante de recursos que le generarán ingresos por cada operación realizada, hasta aquí todo va bien, pero… ¿Qué pasa si el proceso se interrumpe?
Evidentemente el primer problema para el banco va a ser que acudas a una sucursal al siguiente día que depositaste a sacar todo tu dinero, porque en realidad solo tiene los $1,000 que reservó, el resto está en un crédito por $50,000 y una inversión por $49,000. ¿Cómo le hace para regresártelo? Fácil: toma recursos de otros clientes que le hayan depositado, le pide prestado a otro banco o al banco central (en el caso de Estados Unidos la FED) y asunto arreglado.
Sin embargo, la cosa se complica cuando no solamente eres tú quien quiere sacar su dinero, si no muchos clientes al mismo tiempo y además el banco no cuenta con más depósitos de otros clientes o no le prestan sus compañeros banqueros, ¿Qué hacer entonces?, tendría que vender los bonos del gobierno en donde tiene resguardados aquellos recursos que no ha prestado y completar con su propio capital lo que haga falta para liquidar todos los depósitos y el interés que, en su caso, haya prometido pagar a sus cuentahabientes.
Y aquí es donde está el verdadero problema. En un acto conocido como “bank run” o “corrida financiera”, los clientes de algún banco empiezan a retirar más y más dinero de sus cuentas bancarias, obligando a las instituciones a liquidar los bonos en donde habían invertido los recursos que no pudieron ser colocados en forma de créditos.
Por poner un ejemplo: en el Silicon Valley Bank, la “corrida financiera” que experimentó llevó al Banco a tener que entregar hasta $42,000 millones de dólares en un solo día, este ritmo de retiros propició que vendiera bonos a precios de mercado afectados por el alza en las tasas de interés por parte de la FED, provocándole una pérdida estimada en $1,800 millones de dólares. Si a ello agregamos que el SVB no pudo concretar la obtención del capital necesario para mantenerse a flote, el resultado no podía ser otro más que colapsar.
Hasta ahora no se descarta que la situación pudiera agravarse, incluso se ha señalado que muchos bancos medianos y pequeños en Estados Unidos podrían estar en una condición similar a la de sus multicitados pares. De ser el caso, veríamos un efecto dominó en el sector, sin embargo en varias partes del mundo (entre ellas México) la regulación de los bancos los obliga a mantener una adecuada planeación financiera precisamente para prevenir que estos eventos se salgan de control.
Si bien, la problemática bancaria en Estados Unidos pude sonar preocupante, depende mucho de las propias Instituciones el estar bien posicionadas para hacer frente a los riesgos actuales y a los que se pudieran presentar. Desde luego, siempre resultará pertinente el saber a quién le confías tus recursos monetarios y asegurarte de que sea una empresa, sólida, disciplinada y respetada.
¿Quieres leer más de este tema? Te invitamos a leer nuestro Análisis económico y de mercados financieros | S12 2023
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